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Expediente 2014: La mirada de los duartistas

LUIS_VELAZQUEZUna, ya se sabe, es la cara que cada uno de nosotros cree tener y otra, diferente, la cara que proyecta ante los demás.

Y en el caso de la tonalidad de la mirada, el fenómeno psicológico, psiquiátrico y neurológico también se reproduce.

Por ejemplo, consultado el psicólogo social sobre el tipo de mirada de algunos secretarios del gabinete legal del gobierno de Veracruz, su respuesta es la siguiente:

Mirada de Erick Lagos, titular de la SEGOB: la de un hombre ambicioso, pensando en la forma de chingar a los demás y que ha tejido y destejido alianzas, valiéndole todo.

Sin embargo, también advierte que luego de anunciar la mini gubernatura de 2 años, la mirada se le volvió algo así como angelical, aun cuando también debiera recordarse que de acuerdo con el relato bíblico, Luzbel era ángel y cuando soñó con parecerse a Dios, y hasta destronarlo, se volvió demonio.

Mirada de Adolfo Motita, de la SEV: la de un político insatisfecho consigo mismo. Se ignora si porque una vez más se le está yendo la candidatura a gobernador que, dice él mismo, declinó en el año 2010 para dar paso a Javier Duarte.

Claro, también pudiera tratarse de la mirada de un hombre insatisfecho con su naturaleza biológica.

Y/o de igual manera que creyéndose un político federal, con atributos para foguearse en las grandes ligas, sigue confinado aquí en el llamado localismo empobrecedor del que hablaba José López Portillo, el filósofo de “La colina del perro”, aquella casita blanca heredada a Sasha Montenegro.

Mirada de Gerardo Buganza Salmerón, titular de la SIOP: la de un hombre perverso y siniestro, incluso en algunas ocasiones, una mirada indescifrable, fría quizá, calculadora acaso.

Y, bueno, por eso mismo, todos los días escucha misa a las 7 de la mañana, y/o a las 7 de la noche, según la agenda pública y, por añadidura, confiesa y comulga para vaciar el costal de tantos pecados.

Mirada de Arturo Bermúdez, titular de la SSP: la de un hombre ambicioso, a la expectativa, malévolo, con una simbiosis de poder que va del C-4, donde estuvo recluido en el fidelazgo, a la Secretaría de Seguridad Pública, donde ha alcanzado la plenitud en el ejercicio del poder.

 

UNA MIRADA PERVERSA

 Mirada de Érik Porres Blesa, de la SEDECO: la mirada de un hombre inseguro, indeciso, tímido, huidizo, aislado incluso.

Mirada de Jorge Alejandro Carvallo Delfín, de la SEDESOL: la de un hombre hipócrita y perverso. Soberbio y petulante. Creído. La gran revelación política de todos los tiempos alternando en Veracruz y el estado de México.

Mirada de Luis Ángel Bravo Contreras, procurador de Justicia: la de un comediante y goloso que alcanza la plenitud en la tonalidad de su mirada cuando tripula su motocicleta BMV.

Mirada de Alberto Silva, director de Comunicación Social: la de un hombre frío y calculador, a la expectativa, buscando la oportunidad para asestar el zarpazo, como quizá pudo aprenderlo de Jorge Carpizo McGregor cuando fue secretario de Gobernación y trabajaba a su lado.

Y más porque como se recuerda fue el último en llegar al gabinete fidelesco en un lugar con bajo perfil, como es el Centro de Estudios Municipales; pero también fue el último en aterrizar en el gabinete duartista, cuando dejó inconclusa la presidencia municipal de Tuxpan y pasó de manera efímera por la SEDESOL para brincar a Comunicación Social, cuando soñaba con redimir a 2 millones de pobres.

Y, por eso mismo, su mirada expresa la naturaleza propia de un hombre desconfiado que sopesaría estrategias para desbarrancar a todos y quedarse, incluso, con la joya de la corona.

 

LA MIRADA DE UNOS EXGOBERNADORES

 Fernando Gutiérrez Barrios, por ejemplo, tenía una mirada tan inexpresiva como impenetrable. Incluso, sin emociones, capaz de controlar todo tipo de sentimientos y hasta de fingir, en tanto sus labios decían una cosita y otra la tonalidad de los ojos.

La mirada inexpresiva, fría, calculadora, midiendo a los demás, calibrando la temperatura social y política y emocional de Fidel Herrera y Dante Delgado, mientras la mirada de Miguel Alemán Velasco era la de un político ausente, que andaba y pensaba en otro mundo, el suyo, al que pertenecía desde la infancia.

Se omite aquí hablar de la mirada de Patricio Chirinos Calero porque nunca, jamás, el tecleador la pudo observar ni tampoco la recuerda el psicólogo social, aun cuando la mirada de “Chucky” de su secretario General de Gobierno está fuera de duda. Tan violenta como avasallante, huracán, tempestad.

Fría y calculadora era la mirada de Fernando López Arias, acostumbrado a las grandes batallas adversas, difíciles y ríspidas como procurador de Justicia de la nación con su amigo, el presidente Adolfo López Mateos, como aquel movimiento de médicos del IMSS y la cárcel para uno que otro disidente socialista, entre ellos, y por ejemplo, el ferrocarrilero Demetrio Vallejo y el pintor David Alfaro Siqueiros.

Incluso, desde joven (la foto está en Wikipedia), López Arias tenía, inocultable, una mirada a la defensiva y a la expectativa total y absoluta, como si el mundo estuviera en contra y/o que le hubiera costado demasiado trabajo abrirse surco “en el proceloso mar de la política” como afirmaba Juan Maldonado Pereda, QEPD.

Bien dice el refrán popular: para conocer a una persona debe uno escudriñar con lupa y con ojos como puñales su mirada.

Las ideas y opiniones expresadas por el autor de ésta columna periodística, no reflejan necesariamente el punto de vista de Crónica de Xalapa ©️

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