El otro día, Javier Duarte, JD, reveló: “Desde el mes de diciembre, 2010, estoy formando a mi candidato” a gobernador, de igual manera, digamos, como Fidel Herrera lo formó a él desde un principio.
Cuatro años después habría de escribir, por ejemplo, que su primer visible candidato era Salvador Manzur y se le cayó. Luego, Fernando Chárleston junior, y se le cayó. Ahora, parece desvivirse más por Antonio Tarek Abdalá que por Érick Lagos, Jorge Carvallo, Adolfo Mota y/o Alberto Silva, mencionados de secretarios del gabinete legal a vocero.
Así, y en tal ejercicio psicológico de introspección, habría de preguntarse algunas cositas que pudieran adivinar su juego sucesorio.
Por ejemplo, y entre otras: si JD llegó al poder rebasando a un par de generaciones (según los médicos cada generación significan diez años), ¿también se brincará una o dos décadas en la edad de su candidato?
Si JD es un joven famoso entre la elite priista por su bipolaridad, ¿también elegirá a un priista bipolar?
Si JD suele encolerizarse cuando las órdenes, las decisiones y las acciones y las jugadas le salen mal, ¿también elegirá a un político colérico?
Si JD dice que un gobernador en el ejercicio del poder se vuelve sexy, ¿también considerará tal factor como una posibilidad?
Si JD suele acostarse tarde y levantarse tarde como parte de su estilo personal de ejercer el poder y gobernar, ¿también buscará un afín, como por ejemplo, ocurriera con Luis Echeverría y José López Portillo?
Si JD fue elegido por su antecesor para que le cuidara la espalda, el nombre y la libertad, ¿tal característica se repetirá en su transición?
Si JD aguantó durante tantos y tantos años, mínimo, unos diez, los vejámenes de Fidel Herrera, tan dado a exhibir a los suyos y hasta crearles apodos humillantes, ¿de igual manera habrá incidido en él para “formar” a su candidato?
Si el antecesor nombró a JD porque estaba pendiente de su familia y sus hijos, ¿se repitió el hecho y la circunstancia para empezar a formar y seguir formando al sucesor?
Si JD chisporrotea ocurrencias en el ejercicio del poder (la penúltima, la de los Frutsis y Pingüinos), ¿por ahí se habrá inclinado la balanza?
Si en la decisión del antecesor habría contado la opinión de la familia en favor de JD, ¿es, habrá sido otro factor para palomear a quien, bueno, desde ahora se perfila como el favorito y permanece, no obstante, bien tapado?
SUCESIÓN TERSA
En el 2004, el góber fogoso y gozoso era, como todos los gobernadores, un virrey. Un principito en su pueblo, en el rancho, en la aldea. Ahora, hay una presidencia imperial y faraónica a quien cada jefe local, sobre todo, priista, ha de rendir cuentas.
Y pedir permiso.
Incluso, obedecer, salvo, claro, que alguno se sienta con la sangre del tabasqueño Roberto Madrazo Pintado, hijo del famoso “Ciclón del sureste”, Carlos Alberto Madrazo, para sublevarse a Ernesto Zedillo.
Y, bueno, desde tal mirada, ¿JD ya tendrá perfilado a su favorito 2016 en Los Pinos, en el gabinete político peñista, en la Secretaría de Gobernación, en el CEN del PRI, como pasos previos para amarrarlo?
Y si le ponen un tache, ¿cuál será su reacción, se disciplinará, esperará resignado, sonriendo, flojito y coopelando, para que el candidato llegue de Los Pinos?
¿Se lanzaría JD como Roberto Madrazo por la libre, y/o por el contrario, trataría de negociar, deliberar, aportar claroscuros, lograr acuerdos, pactos?
¿Tendrá JD la suficiente autoridad política y social, el respaldo sólido y vigoroso de la militancia priista y las elites priistas y las redes priistas del altiplano para cabildear a su candidato?
¿Se dará en Veracruz aquella transición de Fernando López Arias a Rafael Murillo Vidal, ambos amigos del presidente Adolfo López Mateos, cuando los tres con sus grupos coincidieron y la sucesión fue tersa, como nunca antes en la tierra jarocha?
ENGAÑAR A TODOS EN EL JUEGO SUCESORIO
¿Qué factores políticos, sociales, económicos, sicológicos, psiquiátricos, biológicos y neurológicos habrían contribuido para que JD mirara entre su equipo legal y ampliado a un posible sucesor?
¿Qué circunstancias pudieran evitarse de aquellas que tumbaron a su par de favoritos (Manzur y Chárleston) que fueron descarrilados, sin nada que pudiera evitarlo?
¿Por qué si Manzur se desplomó cuando el Pacto México y hasta la orden pudo emanar desde Los Pinos; en el caso de la renuncia de Fernando Chárleston junior, de carácter local cien por ciento, llegó a su desenlace fatal… cuando, bueno, dialogando y negociando pudo haberse evitado?
¿En qué momento JD sintió que sus elegidos, Manzur y Chárleston lo dejaban en la orfandad sucesoria y, ni modo, a seguir con el plan “C” y el plan “D” y el plan “E” y los que fueran necesarios?
¿Quién es el plan “C” y quién el plan “D” y quién el plan “E” y por qué, cuáles son sus méritos y atributos para garantizar la paz de la conciencia y la tranquilidad familiar cuando suene el primero de diciembre de 2016, la hora de irse?
¿Qué factores se atravesaron para que ninguno de los secretarios del gabinete legal y ampliado en el arcoíris creciera lo suficiente para amarrar el liderazgo en la encuesta histórica? ¿Ninguno de los asesores (Carlos Brito Gómez, Enrique Jackson, José Murat, Rubén Aguilar Valenzuela) lo detectó a tiempo o se hicieron?
Si desde el mes de diciembre, 2010, JD está formando a su candidato, entonces, lo ha formado con demasiada y excesiva prudencia, porque cuatro años después resulta difícil adivinar su juego sucesorio.
Y lo anterior, ni hablar, constituye un gran mérito de discreción y prudencia y talento político.
La neta.
JD mismo supo que podía jugar la sucesión cuando Pepe Yunes Zorrilla perdió la primera elección como candidato a senador en el año 2006, pues antes, desde antes, lo miraba como el favorito de Fidel Herrera.
Se equivocó. Desde el mes de diciembre, 2004, el góber fogoso y gozoso lo tenía en la mira. Y también, claro, lo estaba formando. Y nadie, pocos quizá, descubrió su juego.