Mini gubernatura
Durante meses el mundo político de Veracruz se fragmentó.
Unos, a favor de la mini gubernatura de dos años, luego de que las bancadas panista y perredista interpusieran su iniciativa de ley en el Congreso.
Y otros, en contra.
Incluso, hubo quienes mirando lo inminente ofertaron cinco años.
Luego, se volvió una chunga, en un pueblo “que sabe reír y cantar” y mofarse, y se hablaba de dos, de tres, de cuatro y de cinco.
Es más, hubo quienes aseguraban que Miguel Ángel Yunes Linares, “El chucky”, se conformaba con unos seis meses para desahogar su ira contra Fidel Herrera y enviarlo al penal de Pacho Viejo, quizá a Perote, por más sórdido.
En el camino, hasta la elite eclesiástica tomó partido. El obispo de Veracruz dijo que la mini era una vacilada.
Los senadores priistas, Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa también se fueron en contra, no obstante que el argumento era empatar la elección local con la federal.
El colmo: el delegado federal de la Secretaría de Gobernación (delegado, pues, de Miguel Ángel Osorio Chong, su hombre de confianza, por tanto) advirtió que la mini de dos años podía esperar y que mejor empatar la elección de diputados locales con federales.
Muchos, demasiados kilos de tinta y de papel y horas de noticieros se fueron en la vorágine, mejor dicho, tsunami, huracán tempestuoso.
Es más, hubo quienes llevaron el asunto al CEN del PRI y al gabinete político peñista y a Los Pinos.
Hablaron unos de que sobrevendría una parálisis económica apocalíptica y de paso, que las finanzas oficiales quedaría arrasadas por el costo de tres elecciones casi casi seguiditas: diputados federales, gobernador de dos años y gobernador de seis.
Los amigos que eran dejaron de serlo. Las parejas políticas que fueron se pelearon. Los amores clandestinos también se distanciaron.
La mini gubernatura fue el Anticristo, pues muchos, muchísimos actores políticos se rasparon.
MINI HABEMUS
Un día, hará tres semanas, el gobernador comió pizzas con 22 reporteras y dijo: “La mini va”.
Y no obstante el hecho revelado por Javier Duarte por alguna razón la noticia fue omitida en la prensa escrita, hablada y digital, pues era 8 columnas.
Ahora, el miércoles 10 de diciembre, el secretario General de Gobierno cumplió la orden superior del jefe máximo: anunciar la iniciativa de ley del gobierno de Veracruz para reducir la gubernatura de seis a dos años, por un solo periodo, el próximo, 2016 a 2018.
Así, el objetivo se habría cumplido: en el año 2018, gobernador de seis años y presidente de la República.
Y, por tanto, todas aquellas pasiones que de ordenadas mudaron al desorden, el caos y la anarquía, quedaron conjuradas.
Mini habemus, dirían en el Vaticano. Mini va, diría Duarte a los diaristas. Mini fue…
A TONO CON PEÑA NIETO
Ahora sí, “haiga sido como haiga sido”, la mini fue.
Que porque en el Congreso local hay mayoría priista.
Que porque la mayoría de diputados de oposición fueron convencidos y seducidos cuando Ana Guadalupe Ingram, estrenando nuevo vestidito de marca, dialogó con ellos.
Que porque Duarte obtuvo el voto del presidente Enrique Peña Nieto en un acuerdo banquetero durante los tres días de la Cumbre Iberoamericana.
Que porque Veracruz quiso anticiparse al resto de gobernadores que en los años 2015 y 2016 tendrán elecciones y solo Duarte, con Rafael Moreno Valle, de Puebla, y en la puerta Egidio Torre Cantú, de Tamaulipas, quisieron ponerse a tono con el ritmo Peñista.
Que porque el Jefe de Oficina Presidencial, Aurelio Nuño Mayer, cabildeó ante Los Pinos.
El caso es que si una gran batalla política ha obtenido Duarte en los últimos cuatro años ha sido la mini gubernatura.
“Haiga sido como haiga sido”.
Y porfis, que nadie acredite méritos a Fidel Herrera, porque de fidelíneas estamos hasta la madre, como suele exclamar el poeta Javier Sicilia para hablar de la inseguridad en el país.
VIVIR SIN SOBRESALTOS
El góber ganó la batalla y mostró oficio y experiencia política. Cabildeó. Negoció. Logró Acuerdo. Pactos.
Y más porque del otro lado las figuras políticas pesaban. Los tres senadores, por ejemplo. Los amigos de los senadores, por ejemplo, entre ellos secretarios de Estado y líderes parlamentarios en el Congreso de la Unión. Más los frentes opositores.
Y, bueno, quizá, acaso, hasta el secretario de Gobernación, si es que el delegado federal en Veracruz habló en su nombre, delegado suyo como es.
Bueno, hasta un obispo en contra.
Así, metió jonrón con casa llena.
Ha ganado, pues, la primera batalla. Todavía hay demasiadas por enfrentar. La elección de diputados federales. La elección del candidato a gobernador. Los comicios, la gran pelea estelar en las urnas.
Aquellos días de su nombre caminando en el planeta con un Veracruz como el peor rincón del mundo para el ejercicio reporteril, y el peor del país para los migrantes de América Central, y el paraíso para los carteles y cartelitos, su logro en el Congreso ha de multiplicarse cuando, por ejemplo, la seguridad en la vida y en los bienes se restablezca y que, además, es tarea del súper poderoso secretario de Seguridad, la Agencia de Investigaciones y la procuraduría.
En materia política, ha ganado el primer round. Faltan otros pendientes de levantar para lograr así la congruencia, pues más, mucho más importante que la mini gubernatura es vivir sin sobresaltos.