Exhibe Bellas Artes una revisión del diálogo surrealista entre Europa y México

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El surrealismo no fue un estilo o un movimiento estético definido, sino “una forma disidente de mirar el mundo”, se explica al visitante que ingresa a la muestra Sólo lo maravilloso es bello: El surrealismo en diálogo. Museo Boijmans Van Beuningen-México, que se presenta en el Museo del Palacio de Bellas Artes.

La exposición reúne 289 piezas de artistas como Max Ernst, Hans Arp, Man Ray, Yves Tanguy, Salvador Dalí, René Magritte, Remedios Varo, Leonora Carrington, Wolfgang Paleen, Alice Rahon, Kati Horna, Hans Bellmer, Victor Brauner, Frida Kahlo, Diego Rivera, Agustín Lazo, María Izquierdo, Rosa Rolanda, Carlos Mérida y Rufino Tamayo.

Con la curaduría de Els Hoek y Tere Arcq, la muestra revisa los principales temas e ideas afines al movimiento surrealista y el diálogo inédito entre ese ismo europeo y su vertiente mexicana. Se destaca la formación de una comunidad de mujeres surrealistas que nutrieron su interés por el estudio de la arqueología, la antropología y diversas vertientes del ocultismo.

La muestra recopila exploraciones artísticas excepcionales a través de la literatura, la pintura, la escultura, la fotografía y el cine.

Coincidencias y contrapuntos

En este intercambio artístico creado por las curadoras, el público encontrará que los creadores tenían mucho en común, pero también grandes diferencias.

Uno de los objetos que atraerán la atención del público es el primer Manifiesto, publicado por André Breton en 1924, que se ubica en el primer núcleo de la exhibición, titulado Una revolución surrealista.

Con ese documento, Breton buscaba provocar una revolución de la mente, incitar para ir más allá del reino del pensamiento racional y abrirse a las profundidades de la sique humana, con obras de artistas como Dalí, Magritte, Carrington y Rosa Rolanda, entre otros.

Dadá y surrealismo, segundo apartado de la exhibición, presenta la influencia del movimiento dadaísta, el cual, a pesar de su corta duración, tuvo gran impacto en el surrealismo.

Los artistas afines encontraron en lo irracional una forma de hacer frente a la turbulencia bélica que azotaba a Europa y lo tradujeron en expresiones artísticas, valiéndose de diversas técnicas, como la escritura y el dibujo automático, la escultura, el collage, el frottage o el grattage.

En la tercera sección, La mente ensoñadora, muestra cómo algunos artistas se interesan en el estudio del sicoanálisis y en la teoría del inconsciente que proponía Sigmund Freud. Los surrealistas buscaron aprovechar una versión más auténtica de la realidad, libre del control de la razón o la convención social, y el sueño fue una fuente esencial para ese trabajo.

El cuarto apartado, Exposición internacional de surrealismo en México, rememora la muestra que se presentó en la galería de Inés Amor en 1940, antecedente directo de la larga tradición surrealista en el país, a partir del acogimiento de exiliados de la guerra. Recupera obras de Kahlo, Paalen, Rodríguez Lozano, Montenegro, Rahon y Álvarez Bravo, entre otros.

En el quinto núcleo, Deseo, se presenta cómo el amor y el deseo fueron temáticas centrales dentro del universo surrealista. En reuniones, mediante cuestionarios, pinturas, novelas y poemas, examinaron y compartieron fetiches y atracciones prohibidas.

La curaduría de Els Hoek y Tere Arcq propone en esta sección revalorar la presencia femenina con obras de Lola Álvarez Bravo, Aube Breton y Kati Horna.

En el sexto apartado, El azar y lo irracional, se ve el desarrollo de técnicas automatistas encaminadas a liberar el inconsciente. Los artistas y escritores surrealistas intentaron liberarse del pensamiento racional escribiendo y dibujando de manera colectiva.

En esta sección predomina el collage y el dibujo, y se exhiben algunas series de dibujos realizadas por Max Ernst y Piet Ouborg; también una notable selección de collages de Eileen Agar, Joseph Cornell, Lola Álvarez Bravo, Bridget Tichenor y Agustín Lazo, al igual que esculturas y objetos de Man Ray, Pedro Friedeberg y Salvador Dalí.

Extrañamente familiar es el séptimo núcleo de la exposición, el cual se centra en la búsqueda de la belleza a través de combinaciones inusuales, en el que la implementación de objetos y de formas se descontextualizan y cuestiona la naturaleza de la representación.

El británico Edward James fue un coleccionista y mecenas del surrealismo. Una parte de su acervo fue adquirida por el Museo Boijmans van Beuningen a partir de la década de 1960. En el último núcleo, Edward James y Xilitla, se revalora la figura del poeta, escultor y promotor del surrealismo.

Sus archivos y obras dan cuenta de sus procesos creativos que culminan con la construcción de Las Pozas, hoy conocido como Jardín Escultórico Edward James, en Xilitla, San Luis Potosí.

La exposición se complementa con una publicación realizada con el apoyo de la Fundación Jenkins, cuyo propósito es ser referente en la investigación de este importante movimiento artístico.

En la exposición, el séptimo arte esta representado por piezas de René Clair, Marcel Duchamp, Alfred Hitchcock, Luis Buñuel y Germaine Dulac.

Organizada por la Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, por conducto del Museo del Palacio de Bellas Artes en conjunto con el Museum Boijmans van Beuningen de Rotterdam, Países Bajos, la muestra podrá visitarse hasta el 2 de octubre de martes a domingo de 11 a 17 horas en el recinto ubicado en avenida Juárez y Eje Central Lázaro Cárdenas.