LUIS VELÁZQUEZ
•Una vacilada más del gobierno •Nadie está a salvo…
I
El presidente Enrique Peña ha convocado a un nuevo acuerdo nacional de seguridad a partir de la tragedia en Ayotzinapa y Tlatlaya, y que sería firmado en el transcurso de la semana, dijo antes de su viaja a China y Australia, como si, bueno, los 43 normalistas ya hubieran aparecido.
Según Peña Nieto, el llamado acuerdo nacional de seguridad giraría alrededor de tres ejes centrales, a saber:
Uno, la seguridad, oh Veracruz.
Dos, la impunidad, oh Veracruz.
Y tres, la corrupción, oh Veracruz.
Según el presidente, el gran desafío en los meses y años que estamos viviendo y padeciendo es restablecer el Estado Derecho, pues de norte a sur y de este a oeste el Estado Fallido se ha impuesto, denominado así, como se sabe, cuando la elite política en turno ha sido incapaz de garantizar la seguridad en la vida y en los bienes.
Desde luego, como un pretexto para cacarear lo consabido resulta mediático lanzar petardos de fuegos artificiales, pues la tarea ha sido incumplida, no obstante la millonaria inversión para la seguridad pública tanto en el ramo federal como en cada entidad federativa.
El trasfondo es el mismo: los carteles y los cartelitos han filtrado a las corporaciones policiacas y sus mandos medios y superiores, y a los presidentes municipales, y a los gobernadores, y a los diputados locales y federales y senadores, y quizá, acaso, hasta las fuerzas y políticos federales y, ni hablar, parte de la gran manzana institucional está podrida.
Pero, bueno, si el tema sirve para tirarse incienso a sí mismo, ni hablar.
II
Por ejemplo, ninguna duda existe que el llamado triángulo de Las Bermudas se reproduce en Veracruz con la inseguridad, la impunidad y la corrupción.
Y, sin embargo, lanzaron la denominada Fuerza Civil para cacarear una vez más que ahora sí, y por fin, hacia el quinto año del duartismo, la seguridad será restablecida, cuando hace apenas la semana anterior una chica, Gloria Vianey, de 16 años, fue secuestrada, desaparecida, violada, ejecutada, calcinada y tirada en la vía pública con la saña más inaudita, propia de los filmes cinematográficos de violencia, en Nanchital, en el sur de Veracruz.
Y dos semanas antes los malandros detuvieron un ADO en la ruta de Coatzacoalcos a Acayucan, asaltaron a los pasajeros y en el pasillo vieron a una chica de 27 años, la bajaron del autobús y todos la ultrajaron.
Hay inseguridad. Hay impunidad. Y hay corrupción, porque si los malosos actúan tal cual se debe, como primera hipótesis, a que las fuerzas policiacas lo permiten y toleran, pues ni modo que se acepte de manera categórica que han rebasado por completo a las instituciones.
Por eso, el acuerdo nacional de seguridad que ha anunciado una vez más Peña Nieto suena a vacilada populista, ramplona y barata.
III
Pero, bueno, el Congreso de Guerrero y el gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez, han calificado el acuerdo nacional de seguridad como el nuevo Pacto México, tirando incienso a la figura presidencial sin ningún recato.
Cada quien sus rollos; pero cuando ha quedado comprobado que el ex alcalde de Iguala, como la presidenta municipal de Matamoros, tenían y tienen su grupo de sicarios, significa que los servidores públicos han dado un paso más, pues si antes se confabulaban con los malandros, ahora mejor decidieron formar los suyos, pues así multiplican sus ganancias.
Y así como están Iguala y Matamoros, nadie dudaría que la mayor parte del territorio nacional está en las mismas.
Y en tales circunstancias hablar de un pacto por la seguridad suena a una perogrullada.
IV
Con todo y la Fuerza Civil de Veracruz, la vida cotidiana está prendida de alfileres y todos tenemos miedo y temor de que un día seamos plagiados, desaparecidos, ejecutados y sepultados en una fosa clandestina.
Nadie puede asegurar que está a salvo, así tenga guardaespaldas a las órdenes y veladores en su casa día y noche.
La vida diaria está demasiada podrida por la inseguridad, la impunidad y la corrupción oficial.