Escenarios

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  • El “Templo Mayor” del “Cisne”

  • Él mismo se tira incienso… 

  • Sucesor de Javier Duarte

LUIS_VELAZQUEZI

El sábado 13 de diciembre, la columna política “Templo Mayor”, del periódico Reforma, tan dada a ocuparse de ciertos asuntos de Veracruz ligados con regularidad a lo que se llaman fidelíneas, publicaron el siguiente texto:

“Todavía ni se concreta la reforma; pero ya hay candidato. Allá en Veracruz el gobernador Javier Duarte promueve la instauración de un gobierno de sólo dos años, a fin de emparejar el calendario electoral estatal con el federal. Y en Xalapa se dice que quien quedaría al frente de esa mini gubernatura sería el vocero estatal Alberto Silva, graaan cuate de Duarte. Esa es amistad y no la de las películas de Pedro Infante y Luis Aguilar”.

 

II

En una primera lectura se trata de un boletín subvencionado, dado el desborde de la emoción política en el contenido.

Es decir, con chanfle.

Y más porque sólo enumera, digamos, un hecho, una posibilidad, sin mayores argumentos, más que el recurrente de las películas de un par de charros mexicanos, que huele a superficialidad, tiradero de incienso.

Pero, además, el hecho y la circunstancia parecen estar a tono con lo que antes ha promovido el mismo Alberto Silva: que es el sucesor de Javier Duarte en el mandato constitucional.

Incluso, como aquella versión de que cuando hablaba con los directivos de algunos medios donde les pedía que si así lo creían conveniente madrearan a otros secretarios del gabinete estatal; pero “a mí, cuídenme”.

Claro, el mini/texto en Templo Mayor también lleva chanfle, ironía, burla, sarcasmo, digamos.

Por ejemplo, cuando dice que “todavía ni se concreta la reforma; pero ya hay candidato”.

Y cuando de igual manera refiere que la mini gubernatura “quedaría” en manos del “graaan cuate de Duarte”, como si el gobierno de Veracruz fuera propiedad única y exclusiva del jefe del Poder Ejecutivo en turno, virrey de su feudo y hacienda, gobernador imperial y faraónico, lejos, muy lejos del postulado democrático.

 

III

El lector de “Templo Mayor” también queda con la sensación de que el mismo Alberto Silva se está declarando el mesías, tan enamorado de sí mismo, narcisista, megalómano, capaz de una selfie donde aparece tal cual en el significado simbólico de la imagen… igual que Truman Capote en su primera novela, Otras voces, otros ámbitos.

Así, el mismo director de Comunicación Social deja la percepción de que está desesperado, fuera el control de las neuronas y del corazón, por ocupar la silla y/o, por el contrario, le habrían alentado y lo da como un hecho.

Y más por lo siguiente:

En los próximos días aparecerán citas imborrables en los medios defeños con la misma política que Reforma en su línea editorial con el nombre de otros aspirantes a la mini/gubernatura, sabrá la astróloga de los Llanos de Sotavento si con cargo al erario, como desde luego pudiera tratarse el caso del vocero duartista.

 

IV

Por eso resultaría válido preguntar el costo de tal comentario en la columna periodística defeña; pero, más aún, si “El cisne” creerá que el lector de la prensa nacional, el político priista de Veracruz y los lectores de los partidos de oposición creerán la versión de que Silva sería, es, el elegido.

Y más cuando se considera que de aquí hacia la primavera del año 2016, cuando más o menos la candidatura sea formalizada, falta mucho, demasiado, excesivo tiempo.

En todo caso, narcisista como es, el vocero quiso dormir feliz el sábado, lleno de laureles y oropeles, aclamado por los suyos, satisfecho en su ególatra vanidad.

A tipos así, María Félix llamaba “mujerucos”, pues la mitad de su alma es masculina y la otra mitad femenina que, bueno, así andan las hormonas en una feroz y reñida competencia para ver el lado de la balanza definitiva.

 

V

Resulta inverosímil el narcisismo político de una parte del duartismo, sobre todo de los soñadores con llegar a la luna de la gubernatura.

Entre ellos, Gerardo Buganza Salmerón, titular de Infraestructura y Obra Pública.

Adolfo Mota, secretario de Educación.

Érick Lagos, secretario General de Gobierno.

Y Jorge Alejandro Carvallo Delfín, de Desarrollo Social.

Los cinco cortados por la misma tijera, como si Javier Duarte hubiera querido integrar su gabinete eligiendo la frivolidad como la más alta cualidad política.

Y más si se considera la egolatría del procurador de Justicia, Luis Ángel Bravo Contreras, disparado ahora a la comba celeste con la posible transformación de la procuraduría a una Fiscalía con nueve años de permanencia en el cargo.

Quizá también habría de incluir al secretario de Desarrollo Económico, el fino y exquisito, admirador de Truman Capote, Érik Porres Blesa.

¡Qué miseria humana!