Escenarios

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LUIS VELÁZQUEZ

 

•Veracruz, sin líderes

•En balde, hartazgo

•El Mandela jarocho

 

I

Hay, dice el politólogo Carlos Ronzón Verónica, un multiplicado hartazgo social en Veracruz, pero al mismo tiempo, se adolece de un líder social de norte a sur que comande a la población molesta, irritada, inconforme con el estado de cosas en la tierra jarocha.

Hay un enojo popular por la inseguridad, los muertos, los secuestrados, los ejecutados, los extorsionados, pero por ningún lado se mira y aprecia un dirigente popular, un líder sindical, un diputado local o federal, un senador, un secretario del gabinete legal, un alcalde, que responda a las expectativas de los ciudadanos y abandere su causa como un gran líder, el Nelson Mandela de Veracruz, por ejemplo.

Hay, cierto, algunos líderes que cubren un pedacito de una región de Veracruz. Mejor dicho, un cachito de municipio. Pero de ahí a que exista un líder capaz de levantar a la multitud tanto del norte como del sur como del este como del oeste y del centro de la geografía estatal, nadie lo conoce, pues simple y llanamente, es inexistente.

Quizá el movimiento magisterial en Veracruz a partir de la reforma educativa y leyes secundarias del presidente Enrique Peña Nieto pudo cuajar un gran dirigente, y más, porque como nunca levantaron a 30 mil, 40 mil, 50 mil profesores en Xalapa, por ejemplo.

Pero, y por desgracia, dejaron pasar la gran oportunidad de crecer y multiplicarse y proyectarse.

Nunca, por ejemplo, y con toda la distancia guardada, Margarito Montes Parra, el indio yaqui que llegó a Veracruz procedente de Sonora, con todo el apoyo de Carlos Salinas fue un gran líder estatal. Cubrió, en efecto, un espacio geográfico reducido a una parte de la Cuenca del Papaloapan.

Tampoco fue un gran líder estatal, con todo y sus encuerados, César del Ángel. Cubrió, en efecto, una parte del norte de Veracruz, un municipio mejor dicho, quizá un rinconcito en Álamo Temapache.

Pero de ahí a que uno y otro enarbolaron el estandarte estatal de la inconformidad social a partir del desempleo, los salarios de hambre, la mala calidad educativa, la pésima calidad de salud pública, es otra realidad.

 

II

Una cosita es, por ejemplo, que un alcalde en funciones sea, digamos, el líder de su pueblo, y otra que como presidente municipal abandere la causa social, y trascienda, incluso, más allá del tiempo edilicio.

Una cosita es, por ejemplo, que el gobernador en turno aparezca todos los días en la prensa escrita, hablada y digital, hablando y gritando, y otra es que en verdad sea el líder respetado, querido, admirado, temido incluso, de los 8 millones de habitantes

Fidel Herrera, por ejemplo, fue un gobernador populachero que levantó demasiadas expectativas a partir del chocholeo y el dinero fácil, incluso, hasta soñó con la candidatura presidencial.

Pero cumplió un periodo constitucional. Y luego de su tiempo sexenal ha sido puesto en evidencia por la mayoría de la población y todo aquel fidelazgo fue descarrilado.

 

III

Juan Nicolás Callejas Arroyo, por ejemplo, dueño de la sección 32 del SNTE desde hace 30 años, ha sido el líder de los profesores.

Pero en ningún momento ha trascendido y permeado en la capa social de norte a sur de Veracruz.

Y lo pudo hacer, dando el paso siguiente para mudar de líder magisterial en dirigente de una sociedad molesta, irritada, irascible.

Y más, con la estructura del SNTE en el territorio local.

Nunca, quizá, le interesó.

Sabía que si daba el otro paso perdería en automático las mieles del poder a que ha estado acostumbrado, por ejemplo, con cinco  diputaciones locales y federales, todas por la vía pluri.

Más las 20 alcaldías y las cien regidurías que el PRI le otorga en concesión en cada proceso electoral.

Más las diputaciones locales y federales que le obsequian.

 

IV

Incendiario fue Alfredo Vladimir Bonfil, aquel líder campesino en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez que arengaba a las multitudes campesinas.

Tenía todo para liderar al país. Pero un accidente aéreo en La Antigua, un domingo en la noche, lo llevó a perder la vida y la nación dejó de cimbrarse con su palabra.

Incendiario también fue el profe Rafael Arriola Molina, aquel presidente del CDE del PRI que pintaba para un gran liderazgo social, con todo y su institucionalidad, pero que cuando contendiera para senador y dijera que había obtenido más votos que Luis Echeverría como candidato presidencial, ni modo, fue congelado y borrado de la historia.

En fin, los ciudadanos de Veracruz estamos huérfanos de un gran liderazgo social, y lo que es peor, por ningún lado se mira ni huele.

Y una sociedad sin líderes está perdida.

¿Dónde están los Heberto Castillo, los Cuauhtémoc Cárdenas, los Porfirio Muñoz Ledo, los Andrés Manuel López Obrador… de Veracruz?