Cuando el western cruzó el Atlántico de la mano de Jon Bilbao

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Impedimenta, la editorial detrás de importantes escritores como Maryse Condé, Stanislaw Lem o Mircea Cărtărescu; ha dado con otra clase de tesoro: el que guarda el último libro publicado por Jon Bilbao, que cruza una y otra vez la frontera entre el western y la autoficción. En este caso los límites son tan cruciales como en una buena película del oeste; Basilisco, el libro en cuestión es la historia de un escritor –alter ego de Bilbao– que en uno de sus viajes a Estados Unidos conoció la historia de John Dunbar, un veterano de la guerra de civil, poco hablador, de carácter extremadamente frío y un pasado desconocido; después –el escritor– vuelve a España, se casa, tiene hijos y se ve atrapado en los problemas propios de la mediana edad, es entonces cuando decide rescribir la historia del vaquero Dunbar. “La idea sonaba surrealista incluso a mis oídos. Un libro de tramas compaginadas en las que una historia se desarrolla en el presente y otra en un lugar a más de un siglo de distancia. Hay algo de experimentación y salto al vacío en la construcción de este libro”, se ríe Bilbao y agrega: “paradójicamente, si no sales de tu zona de confort y, por el contrario, continúas haciendo eso de lo que te sientes seguro, vas a fracasar”.

Bilbao se ha vuelto un experto en la escritura de relatos y novelas. Con esta nueva publicación decide hacer una mezcla entre ambos géneros, “por circunstancias profesionales y personales” no podía dedicar el tiempo que le exigía una novela, sin embargo para “esta idea que tenía en la cabeza”, hacerlo relato quedaba corto, “necesitaba mayor desarrollo de personajes, mayor complejidad de historias, y esta es otra de las razones que me llevó a aquella estructura de las dos tramas paralelas e ir saltando de una a otra”. Un poco más compleja, quizá, sea su decisión de escribir un relato inspirado en vaqueros que al final nació de su gusto por el tema, “mi afición al western surgió cuando era niño y con el paso de los años no ha hecho más que aumentar”.

División entre buenos y malos

En términos de trasmitir mensajes la locomotora habitual ha sido sin duda el cine, y la razón de ello es que el formato audiovisual llega a mucha más gente que la literatura. Antes “el género de vaqueros se pensó como un mecanismo de adoctrinamiento para las masas, cuyo mensaje era muy concreto: ceder la libertad individual para dar paso a la civilización, a los pueblos, al orden, a la política, a la estructura y a una justicia por todos aceptada”. Pero eso tuvo consecuencias, lo que ocurrió es que se construyó una versión simplificada y mitificada del nacimiento de una nación y “el resultado de este mensaje fue una división extremadamente burda entre buenos y malos, donde en la mayoría de las narraciones, los malos eran los nativos americanos y, los buenos eran los blancos colonizadores”.

Lo que está claro es que en el campo de la letra impresa los vaqueros siguen vigentes, en las mesas de novedades en los pasados meses encontramos, por ejemplo: Días sin final (AdN), La corazonada (Almadía), La encrucijada del roble (Siruela) u Oeste (Destino). Sobre esto, Bilbao tiende a pensar que “al western la alta cultura lo ha mirado por encima del hombro. Hay relatos maravillosos y es muy curioso, porque muchas veces fueron coetáneos de aquellas películas clásicas del género, incluso que sirvieron de base para la adaptación al cine, y sin embargo en la literatura no encontramos una visión tan maniquea de la historia del nacimiento de Estados Unidos”.

Muchos directores de renombre en Europa como Sergio Leone, Enzo Barboni o Duccio Tessari hicieron películas de vaqueros y distan mucho de los productos culturales que se hacían en EU; es decir, las características generales del western se internacionalizaron y pasaron a ser de dominio público, y ahora se publican cuando sea y donde sea, integrando otros elementos narrativos que a priori parecen muy distantes; para Bilbao en términos de temas “las cosas fueron cambiando para el género no sólo en los recursos técnicos o el estilo, el western cruzó en Atlántico y llegó a Europa conservando los personajes icónicos como el sheriff, los vaqueros, el bandido, el forajido pistolero o el tahúr, pero quedó libre de la necesidad de trasmitir un mensaje adoctrinante a los espectadores o a los lectores y el género ha evolucionado para criticar a EU y también a los peores rasgos de su sociedad como el machismo, el fatalismo, el individualismo y su espantosa relación ecocida con la naturaleza”.

Elementos para refundar un género

En el libro publicado por Impedimenta, la parte importante no es lo que suceden en el pasado, sino los relatos que se desarrollan en una época más cercana al lector.

Basilisco es un libro espejo en el que un hombre del siglo XXI, en plena crisis personal, se mira en el vaquero clásico sobre el que está escribiendo y lo que descubre es que “no deberíamos vernos en inferioridad frente a esos personajes épicos, en primer lugar porque son constructos narrativos”. En este libro hay reflexiones tan importantes como aquellas que tratan sobre la masculinidad. Habitualmente en la novela del oeste está presente un viaje resolutivo, en el que al final el personaje principal habrá vivido un proceso transformador, pero para el hombre contemporáneo, para probarse a sí mismo, no necesita viajar con una caravana de colonos con destino a Oregón porque como señala Jon, “nuestra vida no carece de épicas, las hay al enfrentarse a situaciones con los hijos, en saber tratar con los padres, o en saber lidiar con las situaciones del trabajo y con el día a día. Si enfrentas a cualquiera de esos personajes, a la vida contemporánea, se desmoronarían”.

En una época en la que los géneros literarios se desdibujan y desaparecen, escritores como Jon Bilbao abanderan la recuperación de una temática que nació con vocación de adoctrinar y acabó siendo una crítica al individualismo, pero a fin de llegar a ese punto tuvo que superar muchos prejuicios. Para este escritor nacido en España, la literatura es “como lugar donde hemos morado durante miles de años. También como lugar donde esconder cosas, donde confesarnos lejos de las miradas ajenas y existe para recordarnos que no estamos solos y que nuestras dificultades también son las de otros”.

*LA JORNADA