Por Héctor González
La invención de todas las cosas. Una historia de la ficción (Alfaguara), es más que el nuevo libro de Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968), es también -dicho por él mismo-, uno de los trabajos más importantes de su vida.
En este ensayo pone sobre la mesa todas sus reflexiones e investigaciones sobre una de sus obsesiones: la ficción. ¿Cuál es su historia? ¿Qué tan necesaria es para los seres humanos? ¿Cómo se está replanteando a partir de la Inteligencia Artificial?, estas son algunas de las preguntas que aborta el escritor en una obra ambiciosa que nos invita a repensar en conceptos como realidad, verdad, mentira e imaginación.
¿Cuál es la pertinencia de reflexionar sobre la ficción ahora?
Nosotros mismos somos ficciones, las construimos sobre nuestra personalidad, sobre los otros, sobre el mundo y les vamos dando orden y sentido. A partir de ahí, las ficciones se multiplican y pueden ser de tipos variados: sociales, políticas, familiares, ideológicas, y desde luego todas las variedades de las ficciones artísticas. Construir ficciones es lo que nos vuelve auténticamente humanos.
¿Cuál es la diferencia entre ficción y mentira?
Aunque la mentira es una variedad de la ficción, no son equivalentes. La ficción simplemente se refiere a que debemos asumir que existe la realidad y a partir ella vamos construyendo y modelando. Por cierto, la palabra ficción viene del latín “fingere”, que significa modelar, no mentir ni fingir. Nosotros modelamos la realidad para volverla comprensible y darle sentido. Muy distinto es cuando a esa realidad la torcemos de manera involuntaria o sobre todo intencional, en ese momento podemos hablar de mentiras, que las hay intencionales y no intencionales. Aunque todas las maneras que tenemos de relacionarnos con el mundo tienen que ver con la creación de ficciones o modelajes de la realidad, los seres humanos hemos aprendido que hay ficciones a las que damos un estatuto especial porque que se mantienen vigentes y no ha habido datos que las desmientas, a estas las llamamos verdades.
¿Por qué tomar a Kafka y a su novia Felice como hilo conductor del libro?
El libro cuenta la historia de la ficción desde el origen del universo y a través de la historia de la humanidad. Para ello pensé en un autor que reflejase de manera muy gráfica y visible lo que significa la ficción, y cómo puede modificar la realidad para crear y construir verdades, así fue cómo llegué a Kafka.
Para algunos escritores es el fundador de la novela moderna.
Bueno, no creo que tanto así. Realmente hay novelas desde la Grecia antigua. La primera novela yo creo que es la Novela de Genji, de Murasaki Shikibu, una obra japonesa del año 1000. Luego llegó El Quijote y a partir de ahí empieza realmente la novela moderna. Lo que sí es que Kafka trastoca la forma en que entendemos la relación entre ficción y realidad.
Pareciera que vivimos una época paradójica, por un lado, somos ficción y por otro, hay un auge de la realidad, lo vemos en los documentales, los reality show…
No es la primera vez que ocurre, en la época barroca sucedió algo parecido. Ahora nuestra hiperconciencia de la relación entre la realidad y la ficción, la mentira y la verdad, está exacerbada en todos sentidos. Vivimos en una época dominada por la sensación de que todo el mundo nos miente; una época dominada por lo que hemos llamado fake news o posverdad. La manipulación de la verdad hecha sobre todo desde la política y desde ahí al resto de la sociedad, genera cierta ansia de realidad a través de la no ficción, los reportajes o los reality. Lo paradójico es que son ficciones alternativas. Lo que llamamos autoficción en realidad es la construcción del “yo” que siempre ha sido ficcional. Vivimos una época marcada por las redes sociales, en donde todos estamos obligados, todo el día, a todas las horas, a construir ficciones de nosotros mismos, casi como si fuéramos productos para el consumo de los otros.
¿Entonces dónde queda la realidad?
Debemos asumir que la realidad está ahí, solo que la manera en que el cerebro humano se acerca a lo real es produciendo ficciones y modelajes. Desde la ciencia, incluso, hemos sido capaces de crear verdades que no son absolutas, aunque esto no quiere decir que no existan. Construimos verdades parciales que se sostienen como relatos mientras sean capaces de interpretar la realidad y predecir lo que va a pasar después. La verdad científica se sostiene en observaciones o hechos que no han sido desmentidos por otras ficciones; y de ella dependen, las otras verdades en las que nos sustentamos. Decir que todo es ficción no quiere decir que todo es mentira, ni que todo es relativo; quiere decir que en este mundo pantanoso hay ficciones que tienen un estatuto superior porque no han sido desmentidas.
¿Necesitamos la ficción como seres humanos?
No sabemos qué es la realidad como tal. Nos enfrentamos a ella a través de nuestro cerebro, que todo el tiempo está creando ficciones o modelajes de lo real. Es decir, lo que necesitamos es construir verdades para darle sustento a la construcción del mundo en el que estamos. Y la imaginación es lo que construye estas ficciones. La función del cerebro humano que es el más desarrollado, es construir escenarios de futuro y eso es lo que nos ayuda a sobrevivir, esto ocurre gracias al poder de la imaginación. Imaginamos a partir de los patrones que tomamos del pasado, los traemos al presente y desde ahí construimos escenarios de futuro. Una vez que somos conscientes de este proceso producimos ficciones narrativas, artísticas e ideológicas de manera intencionada. Pensemos que en nuestro cerebro hay 85 mil o 90 mil millones de neuronas contactadas en paralelo, y estas son las que se enfrentan permanentemente al mundo. De manera casi inmediata toman decisiones sin que el “yo” consciente se dé cuenta, esto es a lo que Daniel Kahneman llama el cerebro rápido. Al que interviene de vez en cuando para tomar decisiones precisas o corregir una cosa se le denomina lento y es al que llamamos “yo”. La mayor parte de las decisiones que toma un ser humano durante su vida están hechas por el cerebro rápido. Otra de las preocupaciones de nuestra época es si si seremos capaces de crear ya no solo inteligencias, sino conciencias artificiales, es decir, que una máquina sea consciente de sí misma. Hoy por lo pronto ya se replica el mecanismo de utilizar patrones del pasado para producir nuevos patrones hacia el futuro, esto es lo que hace la inteligencia artificial generativa. Esto va a cambiar drásticamente la manera como nos enfrentamos al mundo, porque esa inteligencia artificial generativa es mucho más rápida que nuestra capacidad consciente de hacer muchas cosas. Ahora, la inteligencia artificial ya produce ficciones visuales o musicales que no podemos ya distinguir de lo real. En la literatura las ficciones son todavía bastante pedestres, por lo suficientemente poderosas como para engañar a unos cuantos. Es evidente que pronto esa inteligencia artificial generativa producirá todo tipo de ficciones artísticas que no seremos capaces de distinguir de las humanas. Lo que todavía no sabemos es si esa inteligencia artificial será capaz de producir la ficción por excelencia que es su propio yo. Por eso estamos viviendo el miedo, la inquietud, el horror frente a la posibilidad de que una máquina sea capaz de producir la ficción por excelencia que es su propia identidad.
¿La memoria es una forma ficción?
Claro. Tenemos la idea falsa de que la memoria es como una biblioteca o archivo. La evolución no nos dotó de memoria ni a nosotros ni a todos los seres vivos para conservar recuerdos, simplemente es el lugar donde se depositan las percepciones del mundo adelgazadas, generalizadas, convertidas en patrones útiles que sirven es para construir nuevos escenarios del futuro. La memoria produce ficciones todo el tiempo. La neurociencia ha avanzado lo suficiente como para saber que cada vez que recuerdas un hecho lo modificas en el proceso de recordarlo.
¿Entonces toda la literatura es ficción?
Toda la literatura, el arte, la música, toda la ideología y filosofía son ficciones. Escribir este libro me ha resultado muy interesante porque es producto de 25 años dedicados a la ficción y a reflexionar alrededor de ella. Mis primeras ideas derivaron en Leer la mente, un libro pequeño que publiqué hace ya casi 15 años, desde entonces se hizo más intensa la manera de reflexionar sobre estos temas.
¿Seguirás trabajando sobre este tema?
No creo, este es uno de los libros más importantes que he escrito porque reflexiono sobre todo lo que he aprendido a lo largo de mi vida. Ahora estoy agotado y fascinado al mismo tiempo con todo el proceso de exploración de estos años.
¿Estas reflexiones cambiaron tu proceso creativo?
Desde que acabe el ensayo no he vuelto a escribir ficción literaria y no creo que lo vaya a ser en los próximos meses ni tal vez años. Ahora estoy escribiendo es teatro que es otra variedad de la ficción.
¿Qué tipo de ficción es la política?
La política es un ámbito absolutamente ficcional, a diferencia de la ciencia donde tenemos patrones en donde la observación te permite distinguir una ficción que no funciona de una que sí, para predecir lo que va a pasar. En la política esto es más vago y eso es lo que permite tantas y tantas ficciones que en realidad son mentiras. El relato de que la reforma judicial es buena para que mejore la justicia en México es una ficción del lado del gobierno y de Morena. La ficción de que el poder judicial es independiente y funciona, es también una ficción y una mentira por parte de la oposición. Me parece pasmoso observar el enfrentamiento de dos relatos mentirosos, porque ninguno tiene en cuenta que en México la justicia no existe.