Cómo vivir en Xalapa: ¿Buen alcalde?

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ALEJANDRO HERNÁNDEZMi ciudad, según los tiempos políticos establecidos, cada año por estas fechas ve cómo el alcalde en turno rinde un informe de gobierno. Doce meses de trabajo resumidos en cifras alegres y en números que, como las cuentas del tirador, no son tangibles, pero a lo mejor, a lo mejor un día sí o tal vez nunca.

Este 15 de diciembre le tocará a Américo Zúñiga Martínez hacer lo propio acerca de su primer año de gobierno, razón por la que ya vemos anuncios de las bondades de su gestión en muchas calles de la ciudad. Ver en esos espectaculares —y en muchos anuncios publicitarios de periódicos, revistas y sitios de Internet, así como en las redes sociales— su rostro sonriente, orgulloso y magnánimo, mientras atrás de él obras y cifras cantan loas a su desempeño, me hace pensar en una cosa: ¿es ese alud de “buenas nuevas”, pagadas por supuesto, con dinero del erario, ser un buen gobernante? ¿Se es mejor alcalde entre más se gasta en difundir la obra pública y administrativa que se hace?

En la política existe una máxima que dice que “hay que poner el huevo y cacarearlo”, es decir, hay que dar a conocer a la ciudadanía, mientras se ejerce un cargo público, la obra que se hace de manera escandalosa y repetitiva, aunque esto en realidad no beneficie a los ciudadanos sino al político que se publicita con dinero ajeno. Y es que las obras y la buena administración, si viviéramos en un mundo congruente, deberían de ser la publicidad exacta y justa del desempeño de cualquier servidor público. Calles limpias y en buen estado, parques bien cuidados, obras de calidad y servicios municipales eficientes, deberían de ser evidencias tangibles del desempeño de quien gobierna, por tanto no debería de ser necesaria la parafernalia ostentosa de llenar de anuncios la ciudad, y de gastar sumas enormes de dinero en campañas de difusión de sus “buenas obras”.

Porque a final de cuentas, a un ciudadano al que año con año se le inunda su casa —porque por hacer obras de relumbrón no se hace un drenaje pues nadie lo ve—, o a los que tienen que caminar entre el lodo de calles sin pavimentar, o al que su auto se le averió porque cayó en un bache, o al que no tiene agua porque no tiene servicios públicos, o al que pasa horas y horas en el tráfico, porque en todo un año no se ha podido concretar un triste Plan de Movilidad Urbana, ver al alcalde sonriéndole desde un anuncio espectacular sólo le estará confirmando que su dinero, el de sus impuestos, y el presupuesto que se le asigna a la ciudad, se están malgastando de la manera más burda e irresponsable.    

Y es que en estos tiempos en donde la información es la mejor arma de la ciudadanía, saber que en el presupuesto municipal de egresos se destina una partida de más de cuarenta y cinco millones de pesos para “Impresos y publicaciones”, que no es otra cosa que promover la imagen del alcalde en los medios de comunicación, es casi como rascarle las orejas a un león dormido.

Porque ya no se puede jugar así con la inteligencia del pueblo, ya no son los tiempos de las viejas formas de hacer política, y eso lo debería de entender un político joven que, además, se dice simpatizante de las nuevas formas de comunicación (las redes sociales) aunque, extrañamente, cuando era diputado votara por una ley que coartaba la libertad de expresión de esos medios.

Los tiempos cambian, la sociedad madura y se vuelve más crítica con quienes le gobiernan, los políticos deberían, lo menos, ponerse a la altura de estas nuevas circunstancias.

Comentarios: motardxal@gmail.com