La política en tacones

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PILAR RAMÍREZ

 

La política en tacones

 

Mamá, soy Pedrito

 

Hasta los menos asiduos a las emisiones informativas se enteraron del escándalo en que se vio envuelto recientemente el periodista Pedro Ferriz de Con, debido a la filtración de fotos y conversaciones con una excompañera de trabajo en las redes sociales, en las que no queda ningún lugar a dudas de que sostenían una relación amorosa. Las filtraciones se volvieron virales muy rápidamente; seguramente nadie se escandaliza por el hecho de que alguien tenga un amante (él o ella) o que para él sea una relación extramarital, lo escandaloso fue seguramente el excesivo mal gusto de una de las charlas o la corroboración de que por más famoso que sea alguien no se salva de sostener un diálogo lleno de lugares comunes, insustancial y hasta pueril cuando en situaciones cotidianas se intenta expresar afecto o deseo. También, claro, porque casi nadie rechaza asomarse a la vida íntima de un personaje público o “cacharlo” en algo supuestamente indebido.

Los videos con las conversaciones filtradas, la entrevista que una conductora de programas de espectáculos le hizo a la esposa de Ferriz y el mea culpa en televisión del periodista suman millones de reproducciones. Se trata de un asunto mediático interesante desde varios puntos de vista.

Desde una perspectiva de género, a juzgar por la gran cantidad de comentarios en la red, es abrumador que haya todavía tanta gente que “culpe” a la amante. Zorra es lo menos que le dicen, pero para que esa pareja se haya formado se necesitaron dos; si a Ferriz se le facilitó conquistar a Carmen —joven y guapa— siendo él famoso y adinerado es algo con lo que precisamente debió contar el periodista. No es “la historia de un amor como no hay otra igual”, como dice la canción. Sin embargo, las críticas hacia Ferriz no se hicieron esperar, basadas en que se trata de un personaje que en su desempeño profesional ha intentado dar lecciones de honestidad y moralidad, en tanto que no sabe honrar esos valores en su vida personal. La lógica de muchos cibernautas fue “si engaña a su esposa, a la que dice amar, qué me puedo esperar yo o qué garantía tengo de que se va a detener para decirme mentiras”. No les falta razón.

Vino rápidamente el control de daños. A los pocos días de haberse dado a conocer el segundo audio, la empresa Imagen emitió un comunicado en el que señalaba el fin de la relación laboral con Ferriz. Una empresa dirigida por hombres inclinados a los valores tradicionales que no deseaban ver asociado el nombre de su negocio a un escándalo sexual, prefería eliminarlo. Ferriz guardó silencio, sólo corrió la versión de que se dedicaría a un proyecto político.

La primera acción visible del comunicador fue la entrevista radiofónica que concedió su esposa Dore Híjar a un programa de espectáculos en la que manifestó total apoyo a su marido y aseguró que le tendieron una trampa, que alguien lo quiere dañar, demás está decir que le perdonó la infidelidad. Se trata de una estrategia común en estos casos, en las que se juegan famas y recursos económicos y se acude al  papel de la “good wife”, para atenuar las críticas hacia el esposo, presentarlo como un buen hombre, aunque se trate de un recurso que, en el caso de los escándalos sexuales, hace quedar mal a la amante, porque aparece como la mala, la que incitó y llevó por el camino del mal al hombre honesto (lo cual no reflejan los audios) y hace quedar todavía peor a la esposa, porque aparece como la mujer sumisa y sacrificada que le perdona todo al marido y prefiere contribuir a salvar su imagen pública para continuar instalada en un mundo de comodidad familiar, social y financiera.

Resultó un fenómeno mediático tan impactante que muchos de sus colegas no tuvieron más remedio que abordar el tema; la mayoría, hay que decirlo, de una manera sobria, pero no dejó de estar presente en sus segmentos informativos. Mariano Osorio, conductor del programa radiofónico “Hoy con Mariano” declaró a un diario: “me parece que esto está derivado de un tema absolutamente personal y privado”. Este argumento usaron algunos cibernautas que se pusieron comprensivos con Ferriz, aunque se debe admitir —y es algo que tiene bien sabido el periodista— que toda persona pública pierde parte de su vida privada y si esa persona, como es el caso, vive de editorializar y criticar a otros personajes públicos, en pocas palabras de dedicarse a una profesión que está tan estrechamente vinculada a la política, debió saber que las reglas del juego eran esas. No es válido el razonamiento de que le pusieron una trampa de 30 años, guapa y bien formada. Lo sabe bien, porque no es la primera vez que enfrenta las consecuencias de hacer política desde los medios. Todavía hay quien recuerda el episodio Scherer; acusó al exdirector de Proceso, sin fundamento o a petición de alguien, de haber hecho depósitos millonarios en su cuenta y se vio obligado a retractarse públicamente, so pena de una demanda.

El capítulo más reciente fue su aparición en televisión para pedir perdón al público, a sus patrones y a su esposa. Es quizá la confirmación de que continuará en su programa Primera Emisión y sus patrones, no su esposa, le exigieron lavar sus culpas. Pudo haberlo hecho con más elegancia, si ya había admitido presentarse públicamente como “un pecador”, pero utilizó un discurso pobre, de una retórica banal, aconsejando al público no ser infiel, declarando amor eterno a su esposa —tan poco verosímil como carta de amor fotocopiada—. Una acción mal construida de los pasos a seguir en la comunicación de crisis: la admisión de la culpa y la disculpa.

Lo que pudo haberse vivido en la intimidad del matrimonio se volvió público debido a la profesión del protagonista y la pérdida de credibilidad es inevitable, pues era el periodista crítico y buen esposo, hasta que otros descubrieron que no lo era. Gajes del oficio. Pero quizá no todo está perdido, se pensó, ¿por qué no aprovechar el rating de Ferriz, con cientos de miles de visitas a los videos y notas relacionadas al escándalo? Algo que no lograría con la información cotidiana de su noticiario. Se impuso la lógica del marketing.

ramirezmorales.pilar@gmail.com